Desde el primer hilo de lana hasta el último punto del rabillo, fabricar una boina tradicional es un proceso artesanal que combina técnica, paciencia y respeto por la tradición. Acompáñanos en este viaje por las etapas que dan forma a una auténtica txapela vasca.
Tejido de la boina: una forma circular única
Todo comienza con las bobinas de hilo de lana, un regalo natural de nuestras ovejas esquiladas.
En una máquina de tejer de montura plana, el hilo pasa por el guía hilos hasta el gancho de la aguja, formando los puntos del tejido.
Como la boina tiene una forma circular, las puntadas se distribuyen de manera irregular: menos puntos en el centro y más en los bordes, logrando su característica estructura.
Remallado de los bordes: del tejido a la forma
Una vez tejida, la boina se une por los extremos con la máquina de remallar, que utiliza un cosido de cadeneta muy elástico para evitar roturas.
Así nace la base que pronto se convertirá en una boina con forma perfecta y duradera.


Tejido del rabillo: el detalle más icónico
El agujero central, llamado coronita, se convierte en el punto de partida para crear el famoso “rabillo” o “txertena” típico de la boina. Con una aguja especial, el artesano teje una pequeña cadeneta de lana que da vida a ese toque distintivo que todos reconocemos en una txapela.




Abatanado del tejido: la firmeza del fieltro

El siguiente paso es el abatanado, un proceso de afieltrado que otorga consistencia y resistencia al tejido.
Las piezas se introducen en el batán, donde los mazos golpean suavemente el material con agua templada y detergente lubricante.
El resultado: un tejido compacto y resistente, con la textura clásica del fieltro.
Dependiendo de la calidad de la lana, este proceso puede durar entre 3 y 7 horas.
Tintado: un baño de color


Tras el abatanado, llega el tintado en máquina de barca abierta.
Se añade el colorante (habitualmente negro) junto con ácido acético, y mediante un aumento gradual de temperatura, el color se fija en cada fibra.
Después de unos 45–60 minutos de ebullición, el tono queda perfectamente. 
Proceso de teñido en la industria textil (Wikipedia)

Centrifugado: buscando la forma
El centrifugado elimina el exceso de agua, manteniendo la humedad necesaria para los siguientes pasos.
Aquí, la boina empieza a adquirir su consistencia definitiva.


Hormado: el molde de la perfección
Para lograr su forma final, las boinas se colocan en hormas semicirculares, adaptadas a cada talla.
El artesano pliega cuidadosamente el dobladillo interior mientras la prenda toma su estructura característica.


Secado del tejido
Las boinas se colocan de pie en tendederos de madera, separadas entre sí para facilitar la ventilación.
El proceso de secado dura entre 24 y 36 horas, garantizando que cada pieza conserve su forma sin deformaciones.


Cardado o perchado: levantando el pelo del fieltro
El cardado devuelve suavidad y volumen al tejido.
Mediante fricción con un tambor de cardas, se levanta el pelo del fieltro sin dañar la superficie.
Este paso se realiza con precisión milimétrica, ya que un exceso podría romper la boina.


Tundido, el corte fino
En la máquina de tundido textil, cuchillas helicoidales giran sobre una plancha de acero para recortar el pelo de la lana.
El objetivo: lograr un acabado liso, suave y visualmente impecable.


Confección final de la boina
El toque final llega con el planchado a vapor, que estira y alisa la superficie.
Luego, las boinas se dejan reposar sobre bandejas aireadas hasta alcanzar la temperatura ambiente perfecta.


Cosido del forro y la badana: los detalles que marcan la diferencia
Con puntada invisible, se coloca el forro interior, y posteriormente, se cose la badana de piel o sintética, cortada a medida según la talla.
Estos detalles garantizan comodidad, durabilidad y el toque premium de cada txapela artesanal.


Tradición que perdura
Desde el esquilado de la oveja hasta el último hilo del rabillo, cada boina es una historia tejida con dedicación y orgullo.
Así nace una txapela única, lista para acompañar a quien la lleve.